ARIZONA, sede de la Escuela de Arquitectura del Tec de Monterrey

Pablo Landa Ruiloba y Roberto Romero

 

 

 

 

  • ARIZONA como obra de ingeniería

 

Desde 2006, la Escuela de Arquitectura del Tec de Monterrey está alojada en un galerón al noreste del campus central con una gran planta abierta techada por cascarones de concreto y otra sección techada por una losa ondulada. Esta estructura, conocida coloquialmente como ARIZONA, data de 1954 y fue construida como parte de la Escuela de Técnicos; al dejar de operar esta división del Instituto, se convirtió en la dirección de seguridad y mantenimiento y en talleres de planta física. Parte de la estructura sigue sirviendo estos usos. En la otra se limpiaron los techos y la paredes de ladrillo industrial, se adecuaron los espacios bajo la losa ondulada como aulas, se instalaron aires acondicionados y, eventualmente, se abrió la fachada sur hacia un jardín arbolado. Como parte de la remodelación, se preservó el mezzanine de acero y tablones de madera que divide la nave principal en dos niveles, así como la estructura aparente de un antiguo montacargas.

 

El diseño de ARIZONA se atribuye al ingeniero Armando Ravizé, quien fue responsable por muchos otros edificios del campus, como la Rectoría y las Residencias. La actual Escuela de Arquitectura fue probablemente concebida como base en criterios funcionales y no necesariamente estéticos. El pragmatismo de su estructura se aprecia en las varillas que, convertidas en tensores, atraviesan el espacio interior y dan rigidez a los techos de concreto; sin ellas, la estructura hubiera sido más costosa. Se aprecia también en los detalles y materiales burdos del mezzanine. El edificio es representativo de una época de la práctica arquitectónica regiomontana en la que la economía y funcionalidad de los edificios eran los principales criterios que guiaban su producción.

 

A esta época corresponden decenas de fábricas, bodegas y oficinas en la ciudad diseñadas por ingenieros sin la participación de arquitectos. Muchas de ellas ofrecen lecciones valiosas para el diseño arquitectónico: no se requiere ornamento ni detalles costosos para hacer espacios de trabajo plásticamente interesantes y agradables para sus usuarios. En el caso de ARIZONA, basta con la forma evocativa de los cascarones y las entradas de luz natural que los iluminan de distintos modos a lo largo del día para definir uno de los espacios de mayor calidad arquitectónica en el campus. 

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Estudiar este edificio permite comenzar a reconocer el papel protagónico de los ingenieros en la conformación de los espacios en los que transcurre la vida diaria de los regiomontanos. Permite también reflexionar sobre la influencia de los ingenieros en el trabajo de los arquitectos. Conviene analizar ARIZONA, por ejemplo, en relación con el Instituto Mater (1965), diseñado por el arquitecto Ricardo Guajardo y Nylon de México (1958), por Eduardo Padilla. En estos tres edificios hay crujías techadas por techos ondulados de concreto. Estas y otras obras están concebidas con base en una lógica ingenieril en la que la estética va de la mano de la expresión estructural. ¿Quienes fueron los ingenieros que, junto con Ravizé, dieron forma a Monterrey en el siglo XX? ¿Qué aprendizajes de su trabajo podemos recuperar para la práctica arquitectónica en el presente?

  • ARIZONA como espacio de enseñanza y aprendizaje

 

 

Durante décadas, los talleres de arquitectura del Tec de Monterrey estuvieron ubicados en Aulas 2, uno de los edificios que forman parte del plan maestro original del Instituto. A mediados de la década del 2000, muchos fueron reubicados a distintos edificios, en una época en la las necesidades de espacio eran urgentes y no fueron planeadas con una visión integral o consciente de la historia del campus. Por ejemplo, en 2003 se construyó el CIAP, un edificio de siete pisos fuera de proporción con su contexto. En 2005, la apertura de nuevas carreras como biotecnología condujo a la remodelación de Aulas 5 para alojar laboratorios. En esa misma época, la demanda de estacionamiento generó un edificio de siete medios niveles que en nada comparte el lenguaje de los edificios históricos a su alrededor y obstruye vistas y pasos peatonales. La dinámica estaba orientada a la construcción de nuevas estructuras desligadas del pasado y lógica espacial del campus. Ante este panorama, la conservación de ARIZONA como edificio de uso académico parecía improbable. 

 

Hacia 2004, el arquitecto Agustín Landa Vértiz, como titular de la Cátedra Blanca-CEMEX, comenzó a promover que la Escuela de Arquitectura se mudara a ARIZONA, con la intención de que la carrera dejara de estar dispersa en el campus y se consolidara como escuela en su sentido más amplio–es decir, como una comunidad con estrategias de trabajo comunes e ideas compartidas sobre la profesión. 

 

Los edificios de talleres de arquitectura de algunas de las escuelas más importantes de los Estados Unidos son abiertos. Este es el caso de la escuela de arquitectura de Yale (1963), diseñada por Paul Rudolph, y la de Harvard (1971), diseñada por John Andrews. Los referentes de Agustín Landa, sin embargo, eran más inmediatos. En una entrevista en 2014, al hablar sobre campus de la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México (1962), diseñado por Augusto Álvarez y desaparecido en un terremoto en 1979, comentó, “La Ibero era un edificio muy largo con otros perpendiculares. El de arquitectura era el último, el E, que era el único que no estaba dividido en aulas. Era un edificio con fachada portante y planta libre, toda abierta. Entonces ahí veías lo que estaban haciendo los de generaciones más arriba… nosotros nos ofrecíamos a ayudarles… Por eso nos hicimos amigos”.¹

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En esta visión, la educación de los arquitectos no ocurre sólo mediante la transmisión de conocimientos por parte de los maestros a los alumnos, sino mediante el trabajo colaborativo y la formación de relaciones entre los propios estudiantes. Los directivos del Tec dieron la bienvenida a esta visión; el despacho de Landa dibujó los planos y la adecuación de ARIZONA comenzó poco después. La intervención buscaba respetar y exaltar la estructura original. Ya establecido el espacio, comenzó a formarse el Taller Vertical, con talleres de diseño coordinados por egresados de la Cátedra Blanca que operan en un mismo horario. Desde entonces, “Cada grupo trabaja en un proyecto distinto, pero a menudo las revisiones son conjuntas. Realizamos además ejercicios comunes y conferencias semanales a las que todos asisten.”²

 

La adecuación de ARIZONA buscaba también promover un sentimiento de pertenencia entre los estudiantes y profesores de arquitectura del Tec. El proyecto de adecuación incluyó la construcción de una torre emblema de concreto. En su primera versión, incluía una terraza con asador. La Escuela de Arquitectura sería no sólo un espacio de trabajo, sino también de socialización. Si bien no se construyó la terraza, esta visión se ha realizado: Arquitectura es una de las pocas carreras que tiene su propio edificio en el Tec, lo cual propicia que los estudiantes trabajen y socialicen en sus espacios más allá de sus clases. La identidad de la carrera está patentemente ligada al espacio que comparten sus estudiantes.

  • ARIZONA en el paisaje urbano de Monterrey

 

 

Además de promover una visión pedagógica, la recuperación de la Escuela de Técnicos como Escuela de Arquitectura representa un posicionamiento sobre el propio campus, su historia y su futuro. Contrario a las posturas de construcciones nuevas de carácter genérico, la adecuación de ARIZONA abrió un camino para un posible tratamiento del campus en el que se aprovechen y revaloren edificios existentes subutilizados. Desde su adecuación, se han demolido la oficina de correos, algunas Residencias y el estadio. Sobreviven otras estructuras, como el Gimnasio y Residencias IX y XV, que merecen ser preservados.

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Como el campus del Tec, Monterrey ha cambiado de manera radical en los últimos quince años como resultado de un crecimiento vertiginoso y una industria inmobiliaria muy activa. La recuperación de ARIZONA ofrece una alternativa para el desarrollo de la ciudad en su conjunto. Muchas de las infraestructuras industriales de mediados del siglo XX están hoy en desuso y pueden ser o bien demolidas o adaptadas para alojar nuevos usos. La segunda alternativa recuerda, en la medida que “al concepto le vale madres el programa”,³ un buen edificio puede asumir distintas funciones. Además, la preservación de estructuras antiguas permite a la ciudad mantenerse en contacto con su historia.

 

Otra lección de la adecuación de ARIZONA es que la arquitectura muchas veces es el resultado de la colaboración de distintas personas en el tiempo. Las nave original diseñada por Ravizé fue intervenida por Agustín Landa y, años después, sus muros se abrieron a un jardín diseñado por Gabriel Galán Gutiérrez y Carolina Richardson, ganadores de un concurso entre estudiantes. Más recientemente, como parte del proyecto Distrito Tec, se demolió la barda  perimetral entre la calle García Roel y ARIZONA. Se demolieron también pequeños muros de concreto que formaban patios semi-privados ligados a las aulas. Ahora la fachada de la Escuela de Arquitectura da directamente a la calle, algo que no ocurre con ningún otro edificio académico del campus. 

 

En el plan maestro actual del Tec, ARIZONA ocupa un lugar privilegiado. Es una articulación entre el campus histórico y el campus norte y el nuevo Estadio Borregos. Rodeado por espacios abiertos, el edificio es la cara de la Escuela de Arquitectura no sólo para sí misma, sino ante el resto de la universidad. Además, su visibilidad contribuye a la valoración de la antigua Escuela de Técnicos y de su historia. Es un emblema de la preservación de estructuras históricas y de la arquitectura como resultado del trabajo de distintos actores y la suma de significados en el tiempo.

REFERENCIAS:

¹ Entrevista no publicada realizada por Pablo Landa Ruiloba.

² Agustín Landa Vértiz. “El modelo pedagógico de la Cátedra Blanca”, en Orden Unidad Sistema: 15 años de la Cátedra Blanca. Monterrey: Tecnológico de Monterrey y CEMEX, 2019, p. 14.

³ Orden Unidad Sistema: 15 años de la Cátedra Blanca. Monterrey: Tecnológico de Monterrey y CEMEX, 2019, p. 74.

 

IMÁGENES:
(01, 05Francisco Álvarez – The Raws
(02, 03) Tecnológico de Monterrey
(04) Agustín Landa Ruiloba
(06) David Quiroga

PERSONAJES INVOLUCRADOS:

Ingeniero

Armando Ravizé

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