El gimnasio del Tec de Monterrey

Pablo Landa Ruiloba

 

El gimnasio del Tec de Monterrey es uno de los edificios más destacados de Monterrey. Se trata de cascarones de concreto que conforman una estructura de planta circular y techan un espacio de planta cuadrada. Los puntos en los que la cubierta toca el piso se aprecian como piezas escultóricas al estar suspendidos en depresiones en el terreno. Hacia el oriente, el edificio tiene una marquesina curva, sostenida por expresivas columnas trapezoidales. Este elemento marca el acceso principal. Hacia el poniente hay un volumen con una doble fachada de aluminio que alberga oficinas y otros servicios. Este cuerpo se inserta bajo el cascarón sin tocarlo. En el interior, la progresión de la luz a lo largo del día subraya la audacia de la cubierta.

 

¿Cómo surgió esta obra? ¿Qué ideas e influencias dieron forma a su diseño? Su autoría corresponde a Ricardo Guajardo, primer director de la carrera de arquitectura del Tec, y a los ingenieros Roberto Gómez Junco y Arturo Ordóñez. No existen estudios a profundidad sobre el proyecto pero la trayectoria de sus autores y el momento histórico de su creación aportan pistas para reconocer su papel como una obra clave en la historia de la arquitectura en la ciudad.

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El gimnasio fue inaugurado en 1962. Esto es sólo dos años después de la construcción de la planta embotelladora de Bacardí en la Ciudad de México, diseñada por Félix Candela. Es posible que el proyecto del Tec sea una respuesta al de la Bacardí. Participa de la tradición de diseño estructural abanderada por Candela y, dentro de ella, ensaya una manera distinta de resolver cubiertas con formas expresivas y grandes claros. La planta de Bacardí es un conjunto de cascarones con 25 metros de columna a columna en su perímetro. Como en la Bolsa de Valores realizada por Candela en colaboración con Enrique de la Mora en 1954, cada módulo de la estructura está compuesto por dos bóvedas de doble curvatura encontradas. La estructura del gimnasio es similar, pero es mucho más grande. Aquí, el espacio entre columnas es de 50 metros.

 

En la Bacardí, los cascarones están hechos de concreto armado. Como en otras obras de Candela, para su construcción se realizaron armaduras de varilla corrugada que fueron cubiertas después por una delgada capa de concreto. El cascarón del gimnasio del Tec también es de concreto armado pero, para lograr mayores dimensiones, está tensada. Esto significa que la estructura tiene cables de acero por dentro, los cuales están fijados de sus extremos para aportarle mayor rigidez. Las terminaciones de los cables se aprecian en los cuatro puntos en los que los cascarones tocan el piso. Son pequeños círculos de acero que forman dos hileras sobre una superficie de concreto.

Al parecer, no existen otros cascarones de estas características en Monterrey. Cada miembro del equipo de trabajo siguió su carrera, pero no volvieron a colaborar. Guajardo ensayó otras cubiertas de concreto, como las de los auditorios del Instituto Mater, de 1965, y del Colegio Mexicano, de 1969. Si bien tienen interés plástico, estas cubiertas no tienen la exactitud estructural del Gimnasio del Tec. Arturo Ordóñez dejó Monterrey y no tenemos registro de otras obras que haya realizado en la ciudad. En el caso de Gómez Junco conviene reparar en su obra previa al Gimnasio. A finales de los cincuenta, junto con el ingeniero Porfirio Ballesteros, aportó la solución estructural de la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, diseñada por el arquitecto Eduardo Padilla e inaugurada en 1960.

 

En una entrevista en 2006, Padilla me comentó que inicialmente consideró invitar a Candela a colaborar en este proyecto. Candela le mostró el repertorio de paraboloides hiperbólicos que él podía realizar. Padilla vio esto como una limitación y decidió trabajar con ingenieros locales que ofrecieran mayor flexibilidad. Fue así que decidió trabajar con Gómez Junco y Ballesteros. El gesto de Padilla podría ser calificado de provinciano; su regionalismo obligó al equipo de trabajo a hacer experimentos constructivos que fueron costosos. Además, el resultado, si bien es atractivo, es menos sofisticado estructuralmente que las obras de Candela.

 

Sin embargo, el regionalismo de Padilla tiene también una dimensión meritoria, ya que contribuyó a la formación de una tradición de diseño de estructuras de concreto ligeras en Monterrey. Fue escuela para Gómez Junco y Ballesteros, quienes hicieron otras obras importantes, como el segundo piso del desaparecido estadio del Tec en el caso del primero y el Silo de Gamesa de 1968 en el caso del segundo. La actitud de Padilla es también una invitación para que desde Monterrey, acostumbrados a ver con admiración otras tradiciones arquitectónicas, miremos también hacia adentro. Cuando hablamos de la arquitectura de la ciudad en el siglo XX, nos referimos con frecuencia a las obras de arquitectos que trabajaban desde otras ciudades. Estamos, por ejemplo, en búsqueda de la huella de Candela en la ciudad y no ponemos mucha atención a obras ligadas a procesos locales. Muchos pasan por alto, por ejemplo, al Gimnasio del Tec, el cual podría encumbrarse como protagonista de la historiografía de nuestra arquitectura.

IMÁGENES
(01–06) The Raws
(07) David Quiroga

HITOS EN ESTA HISTORIA:

PERSONAJES INVOLUCRADOS:

Arquitecto

Ricardo Guajardo

INGENIERO

Roberto Gómez Junco

INGENIERO

Arturo Ordóñez

Arquitecto

Eduardo Padilla Martínez-Negrete

Ingeniero

Porfirio Ballesteros

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